Esta semana se celebra la campaña de concientización sobre el uso adecuado de los antibióticos (18 a 24 de noviembre de 2020), iniciativa liderada por la Organización Mundial de la Salud. El objetivo es visibilizar la inminente catástrofe de salud pública por el aumento descontrolado de infecciones causadas por bacterias resistentes a la acción de estos medicamentos. Según los expertos, las consecuencias de esta amenaza podrían ser más graves que las atribuidas a la pandemia de COVID-19.
La resistencia antimicrobiana es la capacidad de las bacterias para resistir el efecto de los antibióticos, y una de sus causas más importantes es su uso inadecuado, tanto en salud humana como animal. Las infecciones por bacterias resistentes tienen alta mortalidad y se asocian a enormes costos económicos para las personas y los sistemas de salud. A modo de ejemplo, las infecciones por bacterias resistentes provocan la muerte de 700 mil personas anualmente a nivel global y, de no implementarse medidas drásticas de control, se alcanzará la cifra de más de 10 millones de muertes por año para el 2050. El avance de la resistencia antimicrobiana amenaza, además, con dejarnos sin antibióticos para tratar enfermedades bacterianas comunes, complementar el tratamiento del cáncer, o apoyar procedimientos médicos de diversos tipos, desde cirugías a trasplantes de órganos.
En estos momentos, Chile encabeza dos hitos en la lucha contra la resistencia antimicrobiana, los cuales representan oportunidades únicas para asegurar un avance sin precedentes en su control.
En primer lugar, tenemos el Plan Nacional contra la Resistencia Antimicrobiana, que cumplió su primer período de 3 años de duración, y logró sentar exitosamente las bases para un trabajo multisectorial que deberá concretar avances en una segunda versión para el período 2021-2025. Para que este Plan rinda frutos, es clave contar con los recursos humanos y materiales necesarios para establecer medidas de vigilancia y control de la resistencia antimicrobiana en distintos escenarios.
Asimismo, es fundamental comprender que la batalla contra ella se sostiene en la capacidad de realizar investigación científica al más alto nivel. Esto requiere de la convergencia de grupos de diversas disciplinas, incluyendo profesionales de la salud, científicos, educadores, comunicadores, y todos aquellos que trabajan en salud humana, animal y ambiental, en un esfuerzo que debe convocar al Estado, la academia y la sociedad civil.
El segundo hito es el el “Proyecto de ley que establece normas contra la resistencia a los antimicrobianos”, que se encuentra actualmente en discusión en el Congreso. El proyecto debiera ser abordado con una mirada amplia y sistémica, que tenga el rango legal suficiente para hacer cumplir las normativas que propone, y estar basado en la mejor evidencia disponible para combatir esta pandemia.
Durante esta semana, el mundo recuerda la importancia de reconocer los riesgos asociados a la resistencia antimicrobiana y la necesidad de abogar por un uso responsable de antimicrobianos a todo nivel. Los efectos devastadores de la pandemia de COVID-19 han hecho evidente que estamos lejos de tener un control definitivo de las enfermedades infecciosas, así como el drama de no contar con tratamientos efectivos y oportunos. Es por estos motivos, de primerísima importancia para el destino de nuestras sociedades, que no debemos perder la oportunidad de cambiar el curso de nuestra lucha contra la resistencia antimicrobiana, asegurando la vigencia de los antibióticos en Chile y el mundo.
Dr. Rafael Araos, investigador MICROB-R y asesor MINSAL, Dra. Andrea Moreno, directora MICROB-R y Dra. Tania Herrera, coordinadora Plan Nacional contra la Resistencia Antimicrobiana, MINSAL.
Esta columna fue publicada en elmostrador: https://www.elmostrador.cl/destacado/2020/11/23/resistencia-antimicrobiana-hemos-aprendido-de-la-pandemia/